PRENSA 2014

 

 

CRÍTICA EN LA NUEVA ESPAÑA (José Antonio Samaniego)

07-07-14

 

Lo que se entiende por "clásicos populares" en música, una serie de canciones o melodías de grandes compositores históricos o actuales, lo aplica Miguel Watio a la pintura. Con mucha gracia, picardía y sentido del humor, pone en escena y contextualiza en nuestra época y a veces en el Gijón de hoy, una serie de obras de gran prestigio.
"Papa motero" es el papa Inocencio X que pintó Velázquez y en nuestros días ha hecho aún más famoso y popular la interpretación del pintor británico Francis Bacon. El mayor trabajo del pintor ha sido sentar al Papa en una Vespa, máquina cuya historia en Asturias ha sido exhibida recientemente en el patio del Antiguo Instituto. En "Reflexión" sienta sobre la taza de la sabiduría la escultura del Pensador de Rodin. La figura que grita de Edward Munch ha sido colocada con auriculares bailando ante un micrófono y lleva por título "Twist and shout". "La alegre" es una versión del retrato de Mona Lisa de Leonardo da Vinci, hoy protegida por un cristal grueso en el Museo del Louvre para que pueda ser flasheada por los turistas a destajo. La famosa muchacha de Dalí de espaldas ante una ventana, se apoya sobre la barandilla blanca del Muro de San Lorenzo, mirando a la playa junto a una farola. El caballero de la mano al pecho del Greco o Griego de Toledo, se ha convertido en "Caballero con guitarra". El San Francisco del escultor barroco Pedro de Mena, mirando al cielo como en éxtasis, exclama "Oh my God" cuando ve volar a Superman por encima de su cabeza.

"Adán ante la ley" tiene su gracia. Está reclinado como en el momento de su creación, cuando le toca el dedo de Dios en la Capilla Sixtina que pintó Miguel Ángel. Pero se inclina suplicando ante un guardia que le está poniendo una multa. Por su parte, "Miss bikini", marcada con el nº 12 en el escaso tirante de la cintura, alude con ironía a los concursos de belleza, recurriendo como clásico a la Venus de Boticelli. Una de esas composiciones de Mondrian a base de espacios cuadrados y rectangulares cubiertos con pintura plana de diversos colores, es aprovechada bajo el título de "Ventana pop", enmarcando en su rejilla a una mujer madura fumando. El ciego que toca el acordeón tiene a sus pies una de las danzas de gran tamaño de Matisse que se guarda en el Centro Pompidou de París. Es curioso el detalle de su bastón, que marca una línea de sombra quebrada sobre los colores que definen los planos de pared y suelo. Su título: "La danza invisible".

Otro juego de tamaños semejante al anterior, lleva por título "Alta sociedad", con un retrato de Goya (La Duquesa de Alba) que lleva en la parte inferior a tres personas de mucho menor tamaño, que representan evidentemente a la baja sociedad, aunque no van vestidos de mendigos, sino como gente muy normal. Sólo les ocurre que están a la altura del perrito que Goya pintó a los pies de la marquesa.

Más crítica y surrealista es la obra titulada "Cerillero". Echa mano del cuadro sobre la muerte de Marat, que pintara en 1793 Jacques Louis David, obra que acompañó al difunto en sus honras fúnebres. Marat, que era médico además de político jacobino, se pasaba muchas horas metido en una bañera por causa de la enfermedad de la piel que padecía. Allí escribía sobre una tabla sus cartas y documentos o el periódico revolucionario "El amigo del pueblo". Miguel Watio le mete en una caja de cerillas y en lugar del puñal con que le mató la girondina Charlotte de Corday, vemos un par de largas cerillas. El cuadro de David fue en su tiempo pintura política.

Más sencillo, pero igual de sorprendente y curioso, le ha resultado a Miguel Watio cambiar los letreros de uno de los cuadros con latas de sopa de Andy Warhol (Museo de Arte Moderno de Nueva York) por letreros de fabada LITORAL de Asturias.

Son 18 cuadros al acrílico sobre lienzo, de perfecto dibujo, en que el autor ha situado a estos clásicos, con sombras exactas y sensibles combinaciones de colores, siempre colores planos. Calidad pictórica garantizada. Es la segunda vez que Miguel Jiménez "Watio" (Sevilla, 1966), vecino de Gijón desde el año 2004, expone en la galería Cornión. La primera se tituló "Desde mi ventana"(2011) y el pintor andaluz afincado en Asturias sigue cultivando su estilo, esencialmente pop con toques críticos y surrealistas. Porque el arte pop está fuertemente ligado a la sociedad de consumo. De manera que todos los cuadros de esta exposición admiten una segunda lectura, con temas de actualidad como la meteórica carrera mediática y popular del papa Francisco, el depreciación de la clase política ante los ciudadanos, la globalización del campeonato mundial de fútbol, el exotismo provocador de los grandes modistos y pasarelas de moda de cada día, la doble vida (aburrida en la oficina, brillante en sus hazañas) de Superman supuesto héroe democrático, el farde y las pretensiones de grandeza de la gente media que alimenta la publicidad, el feminismo que se apropia de los antiguos hábitos de los varones, las conductas movidas por miedo al castigo o la multa, la trivialización de la cultura, la falacia del todos somos iguales ante la ley y así sucesivamente. Cosas que hemos de meditar, al menos como el Pensador de Rodin cuando nos sentemos en la taza de la sabiduría.

  

CRÍTICA EN EL COMERCIO (Angel Antonio Rodriguez)

 

MITOS Y RITOS COTIDIANOS

 

El sevillano Miguel Watio presenta su segunda exposición individual en la galería Cornión reinterpretando, en clave de pop, dieciocho emblemáticas obras de la historia del arte

14-06-14

   

No es frecuente que el título de una exposición defina sus contenidos con tanta exactitud como ocurre con estos "Clásicos POPulares" del andaluz residente en Gijón, Miguel Watio (Sevilla, 1966), que presenta su segunda individual en la galería Cornión. Su obra parte de referencias históticas de distintas épocas, con iconos, figuras, mitos y escenas muy conocidas, que el pintor reinterpreta bajo su óptica personal, con su declarada deuda hacia el "pop" que se plasma aquí en un dibujo certero, una utilización muy dinámica del color y unas sugerentes dosis de ironía temática.
   Hace tres años, cuando se dio a conocer en Asturias a través de esta misma sala, decíamos que Watio escudriñaba el mundo desde cierta distancia, apostando por una obra depurada, austera, afín al misterio y la esencialidad de las cosas. "Desde mi ventana" era el título de aquella primera exposición, que no renunciaba a los contenidos y los mensajes. Miguel Watio (pseudónimo de Miguel Jiménez) defendía su propia "metarrealidad" rindiendo homenaje a la pureza renacentista, los dramas y las alegrías mundanas, con soluciones plásticas inquietantes y clandestinas.
   Hoy Watio sigue usando, con eficacia, los puntos de fuga y la sección aurea, que alterna con el contraste compositivo, la línea clara, los colores puros y otros enredos formales. Se nutre de conocidas obras de Leonardo, Miguel Ángel, El Greco, Velázquez, Zurbarán, Goya, Matisse, Picasso, Münch, Magritte, Dalí, Mondrian o Warhol, cuyos mitos y ritos se combinan a veces, con escenarios gijoneses y guiños familiares. No hay exuberancia compositiva en estos dieciocho lienzos de medio formato, sino sobriedad. Una actitud metódica e imaginativa, lúcida y lúdica. Simbologías gráficas que patentan la capacidad de Watio como ilustrador y amante de una pintura deudora de luz. El color, sin demasiados matices y casi siempre puro, como arma arrojadiza. La aventura de cuestionar y conmover bajo una óptica vitalista.
   Como síntoma generacional Watio es también deudor de la cultura de masas, la imaginación del diseño y la persuación, actuando como esos "fetichistas de lo cotidiano" que toman el pulso de la calle animando la complicidad del público, bajando de sus pedestales a las obras más consagradas para resolver otros mitos de nuestra identidad. Lejos de mimetizarse con las "tendencias", busca aquí lo singular de ese "urbanista" que parece llevar dentro y desdramatiza la vida cotidiana. No hay grandes rupturas, porque no se pretenden; hay calidades pictóricas, que no es poco, en una exposición de plena actualidad que, por cierto, coincidirá este verano con la exposición estrella del Museo Thyssen de Madrid, donde presentarán más de 70 obras para revisar los mitos que tradicionalmente han definido el arte "pop" como un demoledor código de percepciones de la realidad que, como parece obvio, sigue aún vigente en nuestros días.

 

 

CRÍTICA EN LA NUEVA ESPAÑA (J.L.A.)

 

Watio sonríe a los maestros

13-06-14

 

 

El artista sevillano, afincado en Gijón, inaugura en Cornión "Clásicos populares", guiño pop a algunas grandes obras de arte
Es la segunda exposición de Miguel Watio (1966) en la galería Cornión. El artista sevillano, afincado en Gijón desde 2004, inauguró ayer "Clásicos populares", una gozosa colección de acrílicos sobre lienzo en los que el pintor hace, desde su particular lenguaje plástico filtrado por la herencia del Pop-Art, una reinterpretación de algunos célebres cuadros de la historia del arte, considerados obras maestras.
Miguel Watio, que no oculta influencias que van de Warhol al Equipo Crónica, aunque tamizadas siempre por una mirada irónica, reúne aquí una serie de acrílicios sobre lienzo, pintada desde 2012 ahora. "Clásicos populares" es, como subraya muy acertadamente Natalia Alonso en la introducción del catálogo de la muestra, una particular reinterpretación de piezas señeras de autores tan dispares como Boticelli, Leonardo Da Vinci, Velázquez, Matisse, Picasso, Mondrian, Magritte o Dalí. De este último, por cierto, toma su "Muchacha frente al mar" para incluir el mar de la bahía de San Lorenzo y la barandilla del Muro.
Lleva razón Natalia Alonso al afirmar que Miguel Watio, que mostró su primera individual en Cornión en junio de 2011, "subvierte el signficado primigenio" de esas obras maestras a las que recurre. Líneas finas y colores perfectamente diferenciados contribuyen a identificar el estilo del pintor, en cuyos cuadros asoma siempre una cierta jovialidad conceptual. La muestra estará en la galería que dirige Amador Fernández hasta 12 de julio.

 

 

MIGUEL WATIO Y LA SUBVERSIÓN DEL ICONO ARTÍSTICO

 

Catálogo de la exposición Clásicos POPulares, en la galería Cornión

por Natalia Alonso Arduengo

El artista de formación autodidacta Miguel Watio presenta su segunda exposición individual en la Galería Cornión. Titulada Clásicos Populares la muestra reúne un conjunto de obras que recogen una particular reinterpretación de la Historia del Arte. Sus referentes se localizan en maestros del Renacimiento (Botticelli, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel), en la pintura clásica española (El Greco, Velázquez, Zurbarán, Goya) y en la obra de artistas fundamentales de las vanguardias históricas (Matisse, Picasso, Magritte, Dalí, Mondrian).
Sevillano de nacimiento y asturiano de adopción, Miguel reside desde el año 2004 en Gijón, ciudad a la que dedica un guiño de base daliniana a través del lienzo titulado Muchacha frente al mar. En él, la ventana a la que se asoma la mujer pintada por Dalí es sustituida por la característica barandilla y farola de la playa de San Lorenzo.

Las referencias histórico-artísticas de Clásicos populares son filtradas a través de una estética deudora del Pop Art. El término Pop, que alude a lo popular, fue puesto en circulación por el crítico Lawrence Alloway hacia el año 1955, un momento en el que la estabilización política y económica conseguida en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial revalorizó los objetos triviales del mundo del consumo.

La versión española de este movimiento, posterior cronológicamente a las creaciones anglo-americanas, difería de éstas principalmente por su gestación en un contexto totalmente antagónico, pues tuvo su desarrollo al abrigo de los años de decadencia de una dictadura contrastando con la sociedad del American Way of Life.
Miguel Watio se nutrirá de ambos, de la versión norteamericana con Warhol como uno de sus principales representantes, y de la versión española protagonizada por Equipo Crónica.

El rastro de Andy Warhol se localiza sin pérdida en el lienzo Fabada, la versión astur de la Sopa Campbell. Warhol elevó artísticamente los productos de consumo y los trasladó de los supermercados a las galerías. Las bebidas Pepsi y Coca-Cola, el detergente Brillo, el ketchup Heinz fueron objeto de esta descontextualización y conversión en auténticos iconos de la cultura contemporánea. Ahora, Miguel Watio otorga protagonismo a la lata de fabada, la dignifica otorgándole plena presencia en el lienzo y la convierte en auténtico símbolo de la cultura popular asturiana.

Por otro lado, la huella del Pop Art en su versión nacional se deja sentir en lienzos que remiten a los realizados por Rafael Solbes y Manolo Valdés cuando integraban Equipo Crónica. Estos artistas partieron de iconos de la Historia del Arte español (Velázquez, El Greco, Goya) que combinaron con motivos procedentes de los mass media y del Pop Art internacional, especialmente de Warhol y Lichtenstein, por medio de los cuales realizaron una crítica socio-política de la realidad que les tocó vivir.

Partiendo de esa influencia y contemporaneizándola, en esta exposición se presentan obras de fuerte carga satírica a pesar de mostrar en un primer vistazo una supuesta apariencia humorística y banal. Es el caso de Oh my God, en el que a un San Francisco de Asís zurbaraniano se le aparece un Supermán. Dios es sustituido por un mito del cómic. La fe religiosa es suplantada por la fe en la cultura de masas. Umberto Eco argumenta en su libro Apocalípticos e integrados que la figura de Supermán encarna al hombre "heterodirigido". En sus propia palabras un hombre heterodirigido es aquel que "vive en una comunidad de alto nivel tecnológico y dentro de una especial estructura social y económica (en este caso, basada en una sociedad de consumo), al cual se sugiere constantemente (a través de la publicidad, las transmisiones de televisión, y las campañas de persuasión que actúan en todos los aspectos de la vida cotidiana) aquello que debe desear y cómo obtenerlo".

La reversión Pop de Miguel Watio reacciona ante los fenómenos de la despersonalización en la sociedad de masas y nos muestra en Televisión nutritiva al hombre con sombrero hongo de Magritte frente a una pantalla de plasma. Para el artista surrealista dicha figura con sombrero remite al hombre común y corriente, al individuo que está integrado en la masa. Anónimo y despersonalizado, Miguel lo sitúa ante la televisión, uno de los mayores objetos de atracción y embobamiento en el mundo contemporáneo. En esa línea se orienta también Twist and shout, obra en la que la alienada figura de Much parece gritar presa de desesperación ante la música de consumo que la industria trata de hacernos ingerir en aras de lograr la homogeneización del gusto colectivo de la sociedad actual.

Los trabajos que nos muestra el artista sevillano pueden estar abiertos a múltiples interpretaciones por parte del espectador. En Exterminio una mano surge de la parte superior del lienzo accionando un spray tóxico sobre la mujer que grita en el Guernica de Picasso. La agresión ataca a una de las obras más representativas de la Historia del Arte, icono la lucha contra el franquismo y, en general, de la lucha contra la sinrazón de la guerra. Este lienzo puede ser analizado en varios sentidos. Una persona preocupada por la ecología verá reflejado el problema de la contaminación ambiental y atmosférica que está acabando con la capa de ozono. Sin embargo, otra persona puede leer la obra en clave de problemática social y asociarla a los sprays con los que rocían a los inmigrantes que tratan de atravesar la valla de Melilla para llegar a España.

Manipula obras cargadas de aura benjaminiana. En La Alegre, reinterpreta a La Gioconda de Leonardo da Vinci. Icono de cultural atemporal, la Mona Lisa es uno de los retratos más famosos y reproducidos por la publicidad y los mass media, además de objeto de múltiples relecturas por parte de artistas como Marcel Duchamp, Enrico Baj, Jan Vos, Andy Warhol, Botero, Basquiat, Banksy o Philippe Halsman. El lienzo de Leonardo que muestra un paisaje de fondo en perspectiva aérea y con el característico sfumato diluyendo los contornos, es sustituido aquí por un interior de azulejos setenteros, añadiéndole de atrezzo un vino español y unas olivas a modo de vermut para esta mujer de sonrisa eterna.

En Cerillero, el Marat de Jacques-Louis David no yace muerto en una bañera sino en una caja de cerillas. Una mujer de aire vulgar que fuma un cigarrillo emerge de una composición neoplasticista en el lienzo Ventana pop. La tosca fémina recuerda, en versión pictórica, a las esculturas hiperrealistas de Duane Hanson teñidas de una fuerte crítica social. En otros provocativos lienzos realiza subversiones como descender al Pensador de Rodin de su pedestal y colocarlo en una taza de wáter o sentar al Inocencio X de Velázquez sobre una moto en sustitución del sillón papal.

Miguel Watio bebe de las fuentes del Por Art para presentarnos en esta serie de Clásicos Populares una revisión de obras maestras. A nivel estético recurre formalmente al empleo de tintas planas y líneas firmes, generando zonas de color bien diferenciadas y, a nivel conceptual, subvierte su significado primigenio. Hace que el espectador se enfrente de manera novedosa, irónica y crítica a obras muy asentadas en el imaginario colectivo y, para ello, descontextualiza iconos de la Historia del Arte generando desconcierto y sorpresa en el público.

Natalia Alonso Arduengo

Licenciada en Historia del Arte y gestora cultural
 
 
 
 

 

 

 

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